Por José Soto Disegño Edgar Hernandez Fotographia Andres Martinez
El aire en Washington, D.C. es pesado con humedad, apelmazando a la gente, vagando por las banquetas del capitolio y cerca del domicilio 1600 Pennsylvania Ave. La elección presidencial de este año esta apelmazando a la gente también, no solo en Washington, sino en toda la nación. Gracias a los candidatos al puesto más prestigioso en los Estados Unidos, que han convertido el proceso en un circo, la decisión de a quien apoyar esta estresando a toda una nación.
No todas las personas en Estados Unidos podrán votar en noviembre, pero no quiere decir que no les preocupe el resultado también. Los inmigrantes indocumentados y el tema de la inmigración han estado en el centro del proceso primario electoral. La retorica e ideas que han sido discutidas acerca de la inmigración podrían ser realmente peligrosas para toda la comunidad inmigrante.
De acuerdo a la oficina de estadísticas sobre inmigración, o el DHS, hay 11.4 millones de gente indocumentada presente en los Estados Unidos. El 56 por ciento de estos indocumentados vienen de México.
Irasema Coronado, profesora de ciencia políticas en UTEP, dice que esos números no necesariamente son acertados, y eso es un problema. “No podemos realmente saber cuantos inmigrantes indocumentados existen en el país,” dice Coronado. “Eso significa que no tenemos un concepto real de a cuanta gente estamos afectando cuando se habla de la inmigración y, sobre todo, de reforma y deportaciones”.
Basilisa Alonso vive en Washington D.C. y es una de esas millones de personas afectadas. Alonso llego a los Estados Unidos acompañada por sus padres cuando era pequeña. Dice que este grupo de candidatos la tiene preocupada.“A mi si me preocupa, especialmente los puntos de vista de Donald Trump”, dice Alonso. “Al principio, no me tenia tan preocupada porque no pensaba que la nominación GOP iba a acabar con el. Sinceramente, estoy más preocupada por mi familia que por mi misma”.
Alonso esta protegida contra la deportación por medio de la orden ejecutiva DACA, o acción diferida para aquellos que llegaron al país de niños. Trump y otros candidatos quieren acabar enteramente con DACA. La candidata presidencial demócrata Hillary Clinton apoyará la reforma integral de inmigración, como lo quizo hacer Bernie Sanders, que suspendió su campaña presidencial en julio.
En junio, la Corte Suprema de los Estados Unidos bloqueo la implementación del programa DACA, aunque los que siguen protegidos por la legislatura, como Alonso, junto con muchos otros indocumentados, siguen en espera de quien ganara la presidencia y, por último, que pasara con los millones de indocumentados.
Por obvias razones, el candidato que más preocupa a la comunidad indocumentada es Trump. Sus comentarios ofensivos hacia la gente mexicana y sus propuestas extremas– que incluyen construir un muro más grande en la frontera y la deportación de millones–presentan una real amenaza. En El Paso, Hurd–un miembro de la marina que no quiso incluir su apellido por su actual posición con el ejercito–dice en una entrevista que votara por Trump por ser el único candidato que ha demostrado lealtad a su país.
“La gente se olvida que este es nuestro país y otros países como México es el país de ellos”, dice Hurd. “Aunque parezca mal, la realidad es que tenemos que protegernos contra cada posibilidad de daño extranjero, y eso incluye a los indocumentados. Si no tenemos documentos de quienes están aquí y por que razón o que están haciendo, pues eso abre la puerta a la posibilidad de daño domestico. A mi no me importa lo que digan los de más, Trump es el único que si algo nos pasa, no va pensar dos veces en demostrarle a quienes nos hicieron daño que nadie se mete con nuestro país”.
Mark Lusk, profesor de trabajo social, define esta forma de pensar como “xenofobia”, o el miedo odio, hostilidad o rechazo a al extranjero. “Por lo general, la gente siempre se siente amenazada por gente que consideran ‘diferentes’ o ‘extranjeros’”, dice Lusk. “Pero este caso ha sido extremo, especialmente el comportamiento de Trump”.
Lusk dice que este racismo y odio hacia los inmigrantes empezó a formarse en la cultura americana a partir de las elecciones presidenciales del año 1956. “Los candidatos en esa carrera presidencial se enfocaron demasiado en el comunismo y la guerra de Vietnam”, dice Lusk. “Antes de eso, el país recibía a bastantes inmigrantes, aunque también en veces con hostilidad, pero no como hoy. Desde entonces, la gente americana, especialmente los del sur, empezaron a considerar a los inmigrantes como ‘otros’”.
Según Lusk en los estados del sur es donde se encuentra la mayor desigualdad económica y es donde se desarrollo este fenómeno social. Es ahí donde empezó la falsa noción de que la gente de otros países venían a tomar los puestos de los ciudadanos americanos. “Eso fue una estrategia de el Partido Republicano en ese entonces”, dice Lusk. “Pero aun sigue siendo razón por lo cual la perspectiva sobre el inmigrante es mayormente negativa”.
Lusk piensa que aunque la carrera presidencial no tenga un efecto directo o inmediato en contra de los inmigrantes indocumentados, el efecto social que causan los modismos y retorica de los candidatos Trump y Cruz se manifestaran aun después de que la Casa Blanca tenga un nuevo habitante.
Al igual que Lusk, Coronado dice que el problema empezó durante la guerra de Vietnam. “Empezando ahí, el país empezó a utilizar a México como fuente de mano de obra barata”, dice Coronado. “Especialmente con el programa de los braceros. Lo que no se tomo en cuenta fue que cada miembro del programa tenia familia y se iban a reunir de una manera u otra. La migración fue una cosa casi inevitable en ese entonces. Todo fue sistemático”.
Coronado opina que la mejor reforma seria si los empleados fueran sancionados tras contratar a indocumentados.
“No quisiera ver a nadie perder su trabajo, pero al mismo tiempo, seria mejor que se implementara un sistema laboral donde todos tendrían que ser pagados igual”, dice Coronado. “La reforma de corporativa seria la real reforma inmigratoria. Si hiciéramos que las corporaciones del país realmente les pagaran a los indocumentados lo que se merecen y ofrecerles beneficios, ninguna los contratarían”.
Al mismo tiempo, Coronado dice que la realidad es que la inmigración ilegal y la reforma son cosas demasiado complicadas, algo que no toda la gente realmente comprende. Ese es el mayor del problema. “Lo que piensa la mayoría de la gente es que los inmigrantes vienen a quitarle puestos a los americanos, pero la realidad es que los trabajos que ellos ocupan no son trabajos que la gente americana quiere”, dice Coronado. “Aun así, la mentalidad de que los indocumentados son un problema para la sociedad y la economía del país es predominante”.
Independientemente del resultado, Lusk dice que si llegaran a deportar a bastantes indocumentados, ciudades como El Paso cambiarían totalmente. “El Paso siempre ha sido una ciudad multicultural, bastante basada en la cultura mexicana”, dice Lusk. “No seria El Paso sin inmigrantes. Tratar de quitarle la esencia a una ciudad como esta, o Los Ángeles o Phoenix, viene siendo absurdo. Espero que no resulte para nada en eso”.
Coronado dice que lo más importante, aunque sea redundante, es votar. “La solución a muchos temas y problemas políticos es simplemente votar”, dice Coronado. “Aquí en El Paso y en el estado de Texas tenemos una de las más bajas asistencias de votantes registrados. Eso es problemático porque cosas como la reforma migratoria nos afecta directamente y aun así, no sale la gente a votar, y eso llega a ser perjudicial para nuestra comunidad que incluye a indocumentados”.
Mientras tanto, Alonso espera saber quien ganara la presidencia de la nación más poderosa del mundo y como el efecto que tendrá en ella y su familia indocumentada.
In Brief: The decision of who to support in the upcoming presidential election is weighing heavily on the majority of the American population. American citizens are worried about who will succeed President Barack Obama, but they are not the only ones who will be affected by the elections in November.
According to the Department of Homeland Security, there are 11.4 million undocumented immigrants currently in the United States. None of them will be able to vote, but whoever becomes president will have a major impact on them. That has the entire community worried.
According to Irasema Coronado, political science professor at UTEP, that number is inaccurate, which is a problem. “We can’t know for sure how many undocumented immigrants are in the country,” Coronado says. “That means we don’t have a real concept of how many people we are affecting when we talk about immigration and especially about reform and deportations.”
Basilsa Alonso lives in Washington D.C. and is one of the millions who can’t vote for the next president. She came to the United States with her parents as a child, and this group of candidates bothers her. “It does worry me, especially the point of views of Donald Trump,” Alonso said. “At first it didn’t worry me because I didn’t think the GOP nomination would be won by him. Honestly I’m more worried about my family than myself.”
Alonso is protected by the Deferred Action for Childhood Arrivals act that allows certain immigrants, who arrived prior to their 16th birthday, to avoid deportation. Candidates such as Trump want to do away with DACA. Democratic presidential candidate Hillary Clinton says she will support comprehensive immigration reform.
In El Paso, Hurd–a member of the Marines who chose to not reveal his last name–revealed in a candid interview why he supports Trump. “People forget this is our country and other countries like Mexico are their countries,” Hurd said. “Although it might seem bad, the reality is that we have to protect ourselves from the possibility of foreign danger… I don’t care what others think, Trump is the only one who, if something were to happen to us, he won’t think twice before showing whoever hurt us that no one messes with our country.”
Mark Lusk, a social work professor at UTEP, defines this way of thinking as xenophobia–the fear, hate and hostility toward immigrants. He says this xenophobia developed during the presidential elections of 1956–when candidates focused too much on communism and the Vietnam War. He believes that even though the election’s results might not have an immediate impact on the undocumented community, the rhetoric used by Trump and Ted Cruz will be evident even after the election.
As the race for the White House continues and debates over immigration, walls, reforms and deportation rage on, millions such as Alonso wait to see who the American people will choose to lead the country. They wait–worried and without a voice–to see how it will affect them and their families.