Por Jose Soto // Fotografia por Andres Martinez // Diseno por Fernanda Leon
De niña, Amy Marie Licerio, recién egresada de la carrera de periodismo, iba al baño de su escuela primaria para peinarse constantemente el cabello. Su cabello “de bebe”, como le llama ella, se esponjaba y desacomodaba. Se mojaba las manos para luego acomodarse la melena. Esta acción, dice ella, funcionaba solamente por un tiempo breve. Veinte minutos después, ella tenía que volver a acomodar su cabello de nuevo.
“Odiaba que le llamaran ‘brillo-head’”, Amy dice. “Cuando era chica, los otros estudiantes me preguntaba si era mezclada’. Siendo niña chiquita, no me molestaba tanto ya que simplemente les respondía que ‘si’.
Amy menciona que siempre supo que era hispana y negra. “Mis primos y mis tías se parecían mucho a mi”, Amy dice. “No fue hasta que empecé la escuela que comencé a notar lo diferente que era”.
Aunque El Paso esta compuesto por habitantes de origen mexicano/hispano, la ciudad es un revoltijo de personas, una fusión de la cultura mexicana con una variedad de otras etnias. De acuerdo al Texas Department of State Health Services, la ciudad es anfitriona de aproximadamente 877,248 personas. También es anfitriona de una población diversa. La comunidad hispana abarca aproximadamente el 80 por ciento de la población estudiantil de la Universidad de Texas en El Paso. Solamente el 0.6 por ciento esta bajo la categoría de multirracial.
“Yo crecí en el lado noreste de la ciudad”, Amy dice. “Ahí había bastante gente que se parecía a mi. Recuerdo que tenía los labios grandes y luego me pusieron frenos dentales y se veían aún más grandes. No fue hasta que mi familia se mudó al oeste de la cuidad cuando realmente sentí el ‘choque cultural’ y me percibí diferente a los demás. Mis compañeros eran en su mayoría de origen anglo o hispano. Me sentía diferente de una mala manera. No fue hasta que me involucre en estudios artísticos que empece a aceptar mis características como una persona birracial”.
Ser birracial es determinado como la combinación de dos o más razas. De cuerdo a un estudio conducido por el Pew Research Center, 60 por ciento de la gente birracial en los Estados Unidos se sienten orgullosos por sus raíces vinculadas. Al mismo tiempo, el mismo estudio encontró que 55 por ciento habían sido sujetos a insultos raciales, específicamente por su apariencia y facciones.
Amy dice que fue esas facciones cuales la llevaron a obtener ciertos papeles en obras escolares. “Me daban los papeles ‘exóticos’”, Amy dice. “Es cuando deje de que me importara mi apariencia comparada a los demás”.
Al igual que Amy, Jade Williams, una estudiante de la Universidad de Texas en El Paso enfocada en estudios de literatura en inglés, también con entiende lo que es ser birracial. “Como una niña birracial, no comprendes inmediatamente que algo sobre ti es diferente”, Jade dice. “Mi mamá es de raza caucásica. Notaba que ella era más blanca que yo pero no era gran cosa”.
No fue hasta que una experiencia con otro niño abrió los ojos de Jade a la realidad sobre su tono de piel.
“Cuando tenia 6 años, un niño dijo que no podía jugar con él porque no quería jugar con una negra”, Jade dice. “Antes de eso, nunca me había fijado en el espejo y pensar que era Africa-Americana. Desde ese día, yo empecé a estar consciente de mi genética y de lo diferente que era ser de dos culturas, al menos en ese tiempo”.
Jade cuenta que ella, y otras cinco personas más, eran de origen africano en una escuela compuesta de más de 500 estudiantes. Ella dice que los demás se quejaban de su tez y su cabello.
El cabello viene siendo una da las características más evidentes de la gente birracial. Ambas mujeres tuvieron problemas de imagen causadas por su cabello.
“Mi pelo era y sigue siendo muy obscuro y bastante grueso”, dice Jade. “Mi madre tenía que hacer una mezcla de aceite de coco y gel para apaciguarlo y hacerme una ‘colita’ bien apretada. Me daba dolor de cabeza”, dice Amy.
Jade dice que la melena de ella es bastante rizada y cuenta que de niña se quería rapar la cabeza.
“A los otros estudiantes les encantaba tocar mi pelo porque era diferente”, dice Jade. “Yo le rogaba a mi mamá que me comprara un relajante, pero jamás lo hizo. Ella quería que apreciara las cosas que me hacían y me hacen única”.
Recientemente, un grupo de activistas llamado Mexico Negro logro que el censo nacional mexicano incluyera la categoría de afro-mexicanos. De acuerdo a Quartz, una publicación de economía global, 1.2 por ciento de los mexicanos viviendo en Mexico son de descendencia africana. Hoy en día, esas personas pueden identificarse adecuadamente en un reportaje de censo. Quizá esto no sea pertinente aquí en El Paso—aunque estemos en proximidad con Mexico—pero sirve como ejemplo de como la gente biracial necesita una manera de identificarse fuera de las simples opciones representando blanco o negro.
“Ser birracial significa que tienes facciones que contribuyen a muchas clases de etnias”, Jade dice. “Esto quizá hace a la gente sentirse incómoda porque no te ves como ellos perciben a un afro-americano. Ya acepté mis facciones y hasta me da gusto ser birracial. He dejado de maquillarme de una manera para verme más clara, ó hacer que mi nariz parezca más chica”, dice Jade. “He dejado de teñirme el cabello de otro color. Es cansado pelear con los aspectos genéticos”.
Jade menciona que ya se dio cuenta que ella puede definir por si misma lo que viene siendo la belleza. No tiene que aparentar lo que la sociedad quiere.
“Es muy fácil decirle a otras niñas que son bellas y únicas, aunque es la verdad y es importante reafirmárselos”, Jade dice. “Pero también necesitamos que sepan que todas las cosas buenas toman tiempo. Como un buen vino, la mujer mejora con el tiempo.”
Aunque la reafirmación es esencial para el desarrollo de la aceptación para todas las mujeres, dice Jade que también es importante dejar a los jóvenes biraciales tomarse su tiempo para estar cómodos con su apariencia y distintas características. Al mismo tiempo, ella reconoce que aún queda mucha labor social para llegar a una etapa donde la unicidad sea aceptada.
“Creo que como una nación, tenemos todavía un camino larguísimo para llegar a aceptar a todos con sus características únicas y distintas”, Jade dice. “Eso va más allá de la gente biracial solamente”
In Brief
“I hated when I was called ‘brillo-head’,” says Amy Marie Licerio, a recent graduate with a bachelor’s degree in multimedia journalism. “When I was a little girl, other students would ask me if I was mixed (race) and I wouldn’t bother because I would always say ‘yes.’ I have always known that I’m black and Hispanic. My cousins and my aunts looked a lot like me, but it wasn’t until I started school that I noticed how different I was.”
Even though El Paso is made up of people of Hispanic or Mexican origin, the city is a mix of persons, a fusion of the Mexican culture with a variety of ethnicities. The Hispanic community at The University of Texas at El Paso is at about 80 percent while only 0.6 percent falls under the multiracial category. “It wasn’t until my family moved to the west side of the city when I noticed the ‘cultural shock’ and saw myself as someone different than the others,” Amy says. “Most of my classmates were from Anglo or Hispanic origin. I felt different in a bad way. It wasn’t until I got involved with artistic studies that I started to accept the characteristics that make me a biracial person.”
Being biracial consists of the combination of two or more races. According to a study conducted by Pew Research Center, 60 percent of biracial people in the United States are proud of their linked roots. At the same time, this same study found that 55 percent of these people have been subjected to racial insults, specifically for their appearance.
Likewise, Jade Williams, an English and American literature major at UTEP, has also dealt with being biracial. She started to view her reality after an experience with another child. “When I was 6, a kid told me that I couldn’t play with him because he didn’t want to play with a black,” Jade says. “Before that, I have never seen myself in the mirror and thought that I was African-American.”
Hair is one of the most obvious characteristics of biracial people. Both women experienced problems due to the way their hair looks. “Today I have accepted my looks and I’m proud of being biracial. I have stopped doing my makeup in a way that I looked whiter or making my nose look smaller. I have stopped dying my hair with another color,” Jade says. “It is tiring to fight with your genetic aspects. I have realized that I can define by myself what beauty really is. I don’t have to feign what society wants.”