Por: Adelmar Ramirez
La clase de Patricia Juárez-Carrillo sobre justicia ambiental era los sábados por la mañana en el sótano del edificio de Artes Liberales. Quienes asistieron el primer día, iban desvelados y hasta en pijama.
Aquella vez las cosas sucedieron como de costumbre: revisar el prontuario y presentarse. La gran diferencia es que el examen final sería catafixiado por un proyecto para mejorar el ambiente de alguna zona específica en El Paso.
Nadie volvió a ir en pijama.Nadie sacó su celular durante la clase, ni faltó bajo la excusa de funerales falsos. Seguramente se debió a que Patricia acababa de terminar un doctorado en ciencias de la salud interdisciplinarios en UTEP en el 2011 y entendía que ser maestra requiere mucho más que presentaciones de PowerPoint y llenar burbujitas en un scantron. Las experiencias que le dejaron trabajar en el Centro para el Manejo de los Recursos Ambientales (en inglés: Center for Environmental Resource Management) en UTEP, ser asesora de varios proyectos como el Red De Clincas Para Migrantes (en inglés: Migrant Clinicians Network), la Comisón De CooperaciÓn Ambiental Fronteriza (en inglés: Border Environment Cooperation Commission) y en el Instituto Nacional Para Salud y Seguridad de Oficio de parte de Centros del Control y la Prevención de Enfermedades (en inglés: National Institute for Occupational Safety and Health/Centers for Disease Control) las aplicó directamente a su docencia.
“Mi profesión me conecta con muchas personas, especialmente cuando ofrecemos educación sobre salud ambiental para las comunidades”, dice Patricia. “Al conversar en la cocina de sus casas, en sus patios, en las escuelas y en las clínicas, invitamos a las personas a sugerir métodos para hacer el aprendizaje más efectivo y atractivo. Así fue como aprendimos a diseñar materiales que no solo transmiten información actual y correcta, sino que también se ofrece en un lenguaje sencillo y con dibujos atractivos que las anima a hacer cambios para prevenir daños a su salud”.
A varios temas que se discutieron se le agregaba un visitante de alguna organización local. Ellos demostraron que lo que se aprendía en el aula tiene un impacto allá afuera. Ese era el punto de la clase; que las ideas no terminaran al borrar el pizarrón. “Por ejemplo, una estudiante de cursos anteriores ahora forma parte de Peace Corps y me contactó solicitando información porque desea implementar un proyecto acerca de los pesticidas y la salud de los niños y las mujeres en una zona rural de Paraguay. Otro está interesado en formar una organización activista en favor de un ambiente bello y saludable para la ciudad de Socorro”, dice Patricia.